Etiqueta: Fons antic

Un postincunable de 1517

Es troba al prestatge segon del Depòsit 1 de la Biblioteca Diocesana, amb la signatura 0215, aquest exemplar de la Catena Aurea o comentaris als quatre evangelis del doctor de l’Església sant Tomàs d’Aquino, prevere de l’Orde de Predicadors, anomenat el Doctor comú per la importància del seu mestratge en l’Església universal.

Com pot apreciar-se a les fotografies de la portada i del colofó, finalitzà la impressió a París, a la Universitat, el 30 d’agost de 1517, a costes del llibreter d’aquella famosa acadèmia de la Cristiandat Jean Petit. L’estat de conservació interior de l’obra és bo i prou llegible en nets caràcters gòtics propis de les primeres èpoques de la impremta, llevat de les primeres i darreres pàgines en contacte amb les cobertes de pergamí.

Sembla que podem resseguir-ne la procedència per notes manuscrites a les dites pàgines que ens informen en llatí que fou de fra Vicent Palerm l’any 1747, però abans havia estat del noviciat del Convent de Sant Domingo de la ciutat de Mallorques. I una altra nota manuscrita més extensa en català ens diu, en grafia moderna: «Aquest llibre és del magnífic ns. Francesc de S[a]noguera [i] ara lo té Francesc Antich, lo qual fonc comprat en lo encant de dit senyor per Mo[ssèn] Jaume de Sta.[cíli]a, prevere, del qual és ara. Fet a (…) de maig 1598».

El títol complet és Cathena vere aurea: opus videlicet insigne sanctissimi et excellentisimi doctoris diví Thome Aq^atis in q^utor evâgelia subtilissimo vinculo cônexa, seguit de la «marca» o senyal elegantment reproduït de l’editor amb el seu nom en grafia francesa antiga, Jehan Petit, que apareix llatinitzat a baix en la indicació del seu establiment: Venundatur in edibus Ioannis Parvi·

El nombre de folis és 313 (CCCxiii) i acaba amb unes copioses taules o índexs de matèries que remeten a l’evangeli corresponent per les mateixes paraules del Senyor.

Santiago María Amer, tècnic auxiliar

Carnestoltes bibliotecàries (Carnaval bibliotecario)

Quatro fetti de salamín con layna,

una fetta de formayna

de quí, de san Benbuch,

quatro figi de quilli boni amigi

herem, alegra man, ma “cara, fin doman”.

Dopu quello, un bon rostro de vitelo

y, si la fa petit, un bon petxo de estofao,

una sopa fata â la franzesa

—no regardé la espesa

si voler ser bien traté—

¡Mang[i]am, mang[i]am!, ¡bevam, bevam!,

que en tinch de fumieira

un bon buquier de ven

que serva sempra por lo mieira,

que serva sempra…

 

Ha querido la casualidad que en estos días, a las puertas de la cuaresma, revolviendo unos manuscritos que el tiempo nos ha dejado para su catalogación, diéramos con este simpático epigrama de tono carnavalesco, cuaresmal por su intención, pentecostal por su lengua y veraniego por su menú, obra de un escribiente de notaría o notario mallorquín del siglo XVIII.

Se encuentra en un volumen de formularios en latín para uso notarial de algo más de 300 folios encuadernados en pergamino. En el lomo, Artis notarie. En la portada, “+ / In Nomine illius, cujus / potestas omnia complectitur, /hoc diuersarum litteraru[m]/ actarum formulare inci-/ pio ego, Antonius/ Majol/ ciuis Majori[ce]/ =An[n]o=/ 1738/ Deus [rúbrica] dirigat/ Amen/”. Sin embargo, en la primera página, quien pone su preciosa rúbrica notarial, presidida por una cruz, es el notario Antonio Fabra: “In quorum fidem ego Antonius Fabra/ regia auc[torita]te notarius publicus e[t] de Col/ legio nottariorum regiorum Bar[cello]na/ hic me subscribo e[t] quo utor/appono Si+gnum”. Suya parece además la letra forense del tratado.

Pero lo simpático del caso es que, cosido a este primer folio con hilo grueso de color cordobán aparece un cuadernillo titulado, en la misma caligrafía de la portada (bastarda gótica con preciosas capitales): “Coblas de dife=/ rentes Minuetes,/ tonos, / y Ayres- -/ – – –  Año  – – – / 1738/ [Al pie, tras un espacio en blanco:] Escritas de mi propria Mano yo Ant[onio]/Mayol, y siendo todo fee lo firmo de mi mano con mi Rubrica— [Va rubricado]” Los diez folios de este cuadernillo traen ripiosos glosas burlescas de tono amoroso (menos las tres composiciones iniciales, de cuatro versos de arte mayor y rima gemela) de un amante despechado y una doña de armas tomar.

No hemos comprobado si son propias, aunque no lo es (aunque así nos lo dé a entender: “C[ompues]ta. por mí, An[ton]io. Mayol, e[scribie[nte”, f. 9r) la que pone como conclusión, el romance titulado “Famosa relación que un Aman/ te Poeta compusso en alabança de las Damas para q[ue]/ qualquier Galán la represente en qualquier estrado pin/tándolas como merecen”, que circulaba impresa en Málaga y Valencia como “Pasmosa relación…” desde fecha desconocida. Al parecer, el poema surtió efecto, pues en el vuelto de su último folio dos composiciones nos dan a entender que su amada rindió el corazón. A continuación, una “Codolada” en mallorquín.

Y, finalmente, nuestro epigrama italo-mallorqui-castellano-francés, de un menú y una situación. De entrada, los antipasti: cuatro lonchas de salchichón con colmo (con laña), otra de formatge de son Benbuch (vayan ustedes a saber),  y cuatro higos de sus buenos amigos con los que despide a su amada hasta el día siguiente: “fin doman, cara”. Sin la amada, llegan los platos fuertes: empieza con un asado de ternera (arrosto di vitello), que propone continuar con un pecho (¿de cordero?) estofado si el asado dejó hambre, y una sopa francesa que me inclino a suponer bullabesa antes que sopa de cebolla, por aquello de sense mirar prim que diu en Italià.

Y tras los exaltados brindis (Comamos, comamos, bebamos, bebamos), el propósito cuaresmal: un buen vaso de vino que tiene de ahumadero (que en francés se parece a estercolero) que sirva siempre de purga lanar (la miera, que no hace falta explicar cómo rima, también en sentido, con la fumieira).

Dr. José Manuel Díaz, consultor académico

Una pequeña joya de la historia de la Iglesia en Mallorca: un códice manuscrito del siglo XV

Desde la Biblioteca Diocesana nos complace presentar al público una de sus joyas más preciosas y escondidas del siglo XV: el códice manuscrito del libro de las horas de algún distinguido miembro de una de las órdenes que más bien hicieron en estas tierras, la ya extinta de los hospitalarios de san Antonio. Del mal al que se enfrentaron y la gratitud de que fueron objeto desde su llegada con Jaime I dan cuenta las fiestas que celebran a su santo protector muchos pueblos de la isla, hoy tan olvidadas del calor de la gratitud original. Como su título indica, aquella orden estaba dedicada al cuidado de los enfermos de ergotismo, el llamado fuego de san Antonio. En Palma tenían su convento y su hospital en la calle san Miquel, donde todavía se conserva la pequeña Iglesia levantada sobre la original en el siglo XVIII.

De la fe que nutría sus trabajos da cuenta esta pequeña joya para la oración. Pequeña porque son 196 folios de apenas 11×16 cm (la caja del texto es aún más pequeña, justo la mitad) escritos todos en latín en letra gótica tardía de estilo francés por dos amanuenses distintos. Joya, porque está escrito en vitela (la piel más preciada para este tipo de trabajos) y con multitud de capitales dibujadas en distintos colores y hasta doradas (por desgracia, ha perdido —y desde hace siglos, a juzgar por la huella del tiempo- la portada de todas las secciones, donde seguramente habría imágenes miniadas). De oración, porque contiene un libro de las horas que sigue por lo general el uso romano.

“Por lo general”, digo, porque no deja de tener su particularidad. La incorporación, en 1502, de la iglesia y la cofradía de cuidados hospitalarios del otro san Antonio de la ciudad, el de Padua (que estaba situado en la actual plaza de la puerta de san Antonio), bajo el gobierno del Comendador de los antonianos, nos ha permitido datar de manera aproximada ―a falta de portada y colofón― el final de la redacción del texto. Por consiguiente, estimamos que la edición de dicho códice manuscrito ―considerando sus distintas etapas de elaboración― debe comprenderse entre los años 1461 (fecha de inicio) y 1502 (final de la redacción). Y es que este libro de las horas es el único que hemos encontrado, en los amplísimos catálogos internacionales al que este debería añadirse, que recoja simultáneamente las oraciones a san Antón (san Antonio de Viena de Francia, lugar de la fundación de la orden) y san Antonio de Padua (ff. 130v y 131), algo que tiene sentido en Palma de Mallorca, precisamente, y a partir de esa fecha. Lo curioso del caso es que no se recoge en el calendario del libro la fiesta de san Antón, por lo que, dado que el calendario y la mayor parte del texto son de una mano y esas oraciones a los santos homónimos y otras partes del códice son de otra, hemos de suponer que el usuario final del mismo se hizo con un ébauche, un modelo estandarizado de libro de las horas (de un scriptorium de fama internacional, probablemente francés), con algunas secciones en blanco a completar con devociones propias o según la costumbre del lugar (las hojas en blanco se conservan todas con su falsilla de 17 líneas), cuya copia se podía encargar ya a algún amanuense local, que habría sido aquel que completa el texto.

Por la riqueza del texto estándar no sería de extrañar que, en nuestro caso, lo hubiera encargado el propio Comendador que obtuvo aquella unificación por bula de Alejandro VI, el presbítero Pedro Puig. Algo de lo que sólo nos podría sacar de dudas el inventario de los bienes de la orden antes de su venta, que se conserva en el Archivo Diocesano de Mallorca (IV,32,8), siendo sus primeros adquirentes Nicolás y Ramón Cererols Santandreu.

Finalmente cabe recordar al padre Melchor Massot (+1953), añorado organista de santa Eulalia, como donante de este ejemplar a la biblioteca del Seminario, donde se ha conservado hasta hoy en un magnífico estado con la signatura SS-2, nuevamente catalogada. Y que este estado es de agradecer en buena medida a la estupenda encuadernación decimonónica en cuero gofrado a dos colores, corte y fileteado dorado que le puso en su día el padre Antonio Cladera y Mayol (+1897), beneficiado de la Catedral. 

Dr. José Manuel Díaz, consultor académico

 

Nueva Donación: «Tratado de la perfección del Amor de Dios» de fray Luis de Granada

Hoy agradecemos desde aquí la nueva donación que ha recibido la Diocesana: El «Tratado de la perfección del Amor de Dios» de fray Luis de Granada, Tomo IV, parte I (1782) de las Obras del venerable dominico publicadas por Antonio de Sancha. Fue este uno de los grandes editores españoles de la segunda mitad del XVIII junto a Joaquín Ibarra (y su viuda e hijos) en Madrid y los hermanos Orga en Valencia. Grande no sólo por la calidad de su impresión y el volumen de su trabajo: sin las tertulias que su hospitalidad generaba entre lo más granado de la política y la intelectualidad española, y sin el arrojo que le movió a lanzarse a la aventura editorial de dar a conocer a nuestros clásicos ―no siempre con fortuna económica―, no se entendería la cultura de aquellos días y los todavía nuestros, a pesar de todo.

Ciertamente, apostar por fray Luis de Granada a finales del XVIII no era apostar al albur: constituyó uno de los dos faros ―el otro fue santa Teresa― que mantuvo en el candelero la espiritualidad española del XVI en aquel otro tiempo. Gracias a que sus obras no cayeron entonces de las prensas españolas (las de Granada comparecieron en 1701, 1711, 1730, 1756, 1767, 1781, 1786, 1788 y 1800), fue posible recuperar otros nombres ligados a ellas que hoy nos parecen no menos indiscutibles de aquella gloriosa época para la expresión castellana del Espíritu (Juan de Ávila, por ejemplo, gracias al elogio de fray Luis de Granada, para impulsar definitivamente la beatificación del de Almodóvar del Campo; o el otro fray Luis, el de León, como editor de la santa de Tormes, además de por sus méritos como poeta y traductor bíblico). Al abrigo de todos ellos descubrirán nuestros ilustrados aquel limpio modo de hacer presente al Dios encarnado que les era característico; unos modos que algunos pensaban ―y piensan― sólo dados a la filosofía y la ciencia cuando discurren sobre asuntos materiales y morales. Nobles y no tanto, castizos y afrancesados, religiosos y laicos… Feijoo, Mayans, Isla, Olavide, Cadalso, Jovellanos, Marchena… todos bebieron en estas fuentes para dejar en ellos un poso que los distinguía fueran donde fueran.

Dos de esas ediciones se deben a las prensas de Sancha, la que comenzó en 1781 y la que lo hizo en 1786. Las dos son la misma, compuesta por 19 volúmenes en cuarto, diferenciándose únicamente en la numeración: la edición original distingue volúmenes y partes mientras que la posterior reimpresión los numera correlativamente sin más complicaciones. La donación, pues, pertenece a la primera edición de Sancha, ya disponible en la Diocesana en la posterior reimpresión, de la que conserva 10 volúmenes (más un segundo perteneciente a la primera ―muestra de la intercambiabilidad entre ambas― para hacer 11 en total). Mostramos aquí el volumen donado, encuadernado en pergamino, junto a los otros volúmenes a los que acompañará, en piel con motivos dorados.

P. S. 1: Estos otros volúmenes, hoy maltrechos por la carcoma, fueron adquiridos por la Biblioteca del Seminario en 1828, según se nos informa en la primera página de todos ellos. Quizá la colección completa: una hoja volandera situada en el mismo volumen que repite la donación, el 7, señala que dicho volumen fue rescatado por el benemérito presbítero Mn. Gabriel Adrover Bauzà en 1920, en una librería de lance de Felanitx, donde estaba a la venta. Ojalá una feliz coincidencia como aquella, un siglo más tarde, nos permita recuperar la colección completa o, como mínimo, el volumen que falta de la gran edición de que disponemos en la Diocesana, la de la Real Compañía, editada en folio español en 1800, manca del primer tomo.

P. S. 2: Como por ensalmo, trabajando estos días en la restauración del orden del fondo antiguo de la Diocesana, ha aparecido la copia completa de las Obras de fray Luis de Granada que publicara en 1800 la Imprenta de la Real Compañía. Sepan, pues, los lectores que en breve podrán disfrutar de ella.

Dr. José Manuel Díaz, consultor académico

 

Donació d’un foli pergamí

D’esquerra a dreta: Mn. Antoni Dols, pare Josep Amengual i Mn. Jaume Mercant

Dia 3 de maig, la Biblioteca Diocesana de Mallorca va rebre una important i generosa donació de mans d’un dels historiadors més erudits de la nostra església mallorquina, el pare Josep Amengual Batle, missioner dels Sagrats Cors. Concretament, la donació ha consistit en el foli número 169 (30 x 21 cm), corresponent al preciós còdex lul·lià del Llibre de contemplació en Déu (lib. IV, dist. XXXV, finals del cap. 237-dist. XXXVI, principis del cap. 238), que actualment custodia la nostra Biblioteca i que data de principis del segle XIV, o sigui, un manuscrit coetani o quasi coetani de Ramon Llull.

Històricament, aquest còdex medieval fou propietat, en el segle XVII, del lul·lista Pere Jordi Rossinyol, i acabà per adquirir-lo Mn. Bartomeu Llull, fundador del Col·legi de la Sapiència, on ha estat guardat fins a finals del segle XX. Dit foli 169, com l’obra esmentada a la que pertany, està en perfecte estat de conservació, degut, en gran mesura, al material del que està fet; el conjunt total de les fulles del còdex són de vitel·la, és a dir, un antic material de pergamí de qualitat suprema i de gran durabilitat. En particular, aquest foli està escrit amb una formidable lletra gòtica (gòtica magistral o monacal), on destaca la quasi perfecta igualtat del traçat dels caràcters. A més a més, al bell mig ―i aquest és l’aspecte més impactant― trobam una bellíssima imatge gòtica ―quasi romànica― del Crucificat, que serveix per il·lustrar el que Ramon Llull anomena l’arbre de fe e de raó.

Aquesta finesa de fulla pergamí que ha rebut la Biblioteca es va extraviar fa moltíssim de temps, i pareix que ha recorregut un llarg periple, arribant a formar part d’algunes exposicions catalanes en torn a l’art romànic i gòtic. Finalment, gràcies a la gestió del pare Amengual, el foli ha pogut retornar al seu origen, la qual cosa suposa un fet que, objectivament, enriqueix el fons bibliotecari en general i contribueix a la integritat del susdit còdex en particular.

En aquest acte de donació, jo mateix, en qualitat de director i en nom de la Biblioteca Diocesana, he tingut paraules de sincera gratitud tant per al pare Josep Amengual, pel lliurament d’aquest esplèndid foli pergamí, com també per a Mn. Antoni-Jesús Dols Salas, director del CETEM i canonge de la Seu, per la seva intermediació i diligent col·laboració en tot el procés de donació.

 

Dr. Mn. Jaume Mercant Simó, director