Hoy agradecemos desde aquí la nueva donación que ha recibido la Diocesana: El «Tratado de la perfección del Amor de Dios» de fray Luis de Granada, Tomo IV, parte I (1782) de las Obras del venerable dominico publicadas por Antonio de Sancha. Fue este uno de los grandes editores españoles de la segunda mitad del XVIII junto a Joaquín Ibarra (y su viuda e hijos) en Madrid y los hermanos Orga en Valencia. Grande no sólo por la calidad de su impresión y el volumen de su trabajo: sin las tertulias que su hospitalidad generaba entre lo más granado de la política y la intelectualidad española, y sin el arrojo que le movió a lanzarse a la aventura editorial de dar a conocer a nuestros clásicos ―no siempre con fortuna económica―, no se entendería la cultura de aquellos días y los todavía nuestros, a pesar de todo.

Ciertamente, apostar por fray Luis de Granada a finales del XVIII no era apostar al albur: constituyó uno de los dos faros ―el otro fue santa Teresa― que mantuvo en el candelero la espiritualidad española del XVI en aquel otro tiempo. Gracias a que sus obras no cayeron entonces de las prensas españolas (las de Granada comparecieron en 1701, 1711, 1730, 1756, 1767, 1781, 1786, 1788 y 1800), fue posible recuperar otros nombres ligados a ellas que hoy nos parecen no menos indiscutibles de aquella gloriosa época para la expresión castellana del Espíritu (Juan de Ávila, por ejemplo, gracias al elogio de fray Luis de Granada, para impulsar definitivamente la beatificación del de Almodóvar del Campo; o el otro fray Luis, el de León, como editor de la santa de Tormes, además de por sus méritos como poeta y traductor bíblico). Al abrigo de todos ellos descubrirán nuestros ilustrados aquel limpio modo de hacer presente al Dios encarnado que les era característico; unos modos que algunos pensaban ―y piensan― sólo dados a la filosofía y la ciencia cuando discurren sobre asuntos materiales y morales. Nobles y no tanto, castizos y afrancesados, religiosos y laicos… Feijoo, Mayans, Isla, Olavide, Cadalso, Jovellanos, Marchena… todos bebieron en estas fuentes para dejar en ellos un poso que los distinguía fueran donde fueran.

Dos de esas ediciones se deben a las prensas de Sancha, la que comenzó en 1781 y la que lo hizo en 1786. Las dos son la misma, compuesta por 19 volúmenes en cuarto, diferenciándose únicamente en la numeración: la edición original distingue volúmenes y partes mientras que la posterior reimpresión los numera correlativamente sin más complicaciones. La donación, pues, pertenece a la primera edición de Sancha, ya disponible en la Diocesana en la posterior reimpresión, de la que conserva 10 volúmenes (más un segundo perteneciente a la primera ―muestra de la intercambiabilidad entre ambas― para hacer 11 en total). Mostramos aquí el volumen donado, encuadernado en pergamino, junto a los otros volúmenes a los que acompañará, en piel con motivos dorados.

P. S. 1: Estos otros volúmenes, hoy maltrechos por la carcoma, fueron adquiridos por la Biblioteca del Seminario en 1828, según se nos informa en la primera página de todos ellos. Quizá la colección completa: una hoja volandera situada en el mismo volumen que repite la donación, el 7, señala que dicho volumen fue rescatado por el benemérito presbítero Mn. Gabriel Adrover Bauzà en 1920, en una librería de lance de Felanitx, donde estaba a la venta. Ojalá una feliz coincidencia como aquella, un siglo más tarde, nos permita recuperar la colección completa o, como mínimo, el volumen que falta de la gran edición de que disponemos en la Diocesana, la de la Real Compañía, editada en folio español en 1800, manca del primer tomo.

P. S. 2: Como por ensalmo, trabajando estos días en la restauración del orden del fondo antiguo de la Diocesana, ha aparecido la copia completa de las Obras de fray Luis de Granada que publicara en 1800 la Imprenta de la Real Compañía. Sepan, pues, los lectores que en breve podrán disfrutar de ella.

Dr. José Manuel Díaz, consultor académico