Miguel Sanmartín Fenollera, De libros, padres e hijos, Rialp, Madrid, 2022, 414pp.

La Diocesana, en su deseo de ampliar su público potencial más allá de su servicio esencial, el que presta a la vida intelectual y espiritual del seminario y el presbiterio mallorquín ―que también se propone intensificar―, está adquiriendo una serie de novedades con que pretende contribuir a que ese público más general, afín de un modo u otro, por tradición o por desencanto del mundo, a la vida que proponen las virtudes cristianas, reflexione desde estas últimas sobre las realidades cotidianas y los acontecimientos que tratan de desfigurar ese viejo y hermoso rostro robándole el alma y encuentre su modo de perseverar ―necesariamente en común― en su práctica, fuente inagotable de salud.
Sin duda, una de esas realidades cada vez más necesitadas de recuperación es la de la familia, acosada intensamente en nuestros días como último bastión de resistencia frente a la tendencia totalizadora de la política postmoderna. Y ahí es donde interviene este útil libro. «Guía para convertir a niños y adolescentes en lectores entusiastas», reza el cintillo de la portada a modo de subtítulo. «¿Es posible eso?», me preguntaba el otro día un amigo de la casa que es padre. Este libro, sin embargo, no nace de la pregunta, sino del esfuerzo por exponer con claridad y sencillez una experiencia (basada, como podrá comprobar el lector, en el puro sentido común y en ese arte de apañárselas con lo que tienen propio de los hijos de la Iglesia). Que no es la experiencia aislada y exitosa de un matrimonio con sus dos hijas, en este caso (autoras, por cierto, de las felicísimas ilustraciones), sino más que eso: es también experiencia familiar en el sentido amplio (el autor no puede dejar de rememorar la deuda que su afición lectora tiene con sus ancestros) y resultado de un aprendizaje (en su caso, en la escuela anglosajona de John Senior, sus discípulos y sus influencias). Este libro permite así al lector injertarse en un mundo más amplio del que quizá carezca ya y le proporcione un primer mapa para enfrentarse a la tarea gozosa ―y por eso siempre llena de obstáculos― de transmitir a los jóvenes la pasión por los libros, que tiene su punto de llegada en el Libro.
Desde la Diocesana, pues, por puro interés, como conservadora de una parte esencial de ese legado en la isla, no podemos sino invitarles a que se adentren en estas páginas y les saquen todo el provecho posible, cosa que no puede excusar el lector del blog del mismo título que el autor tiene abierto en el portal InfoCatólica, pues aunque muchas de las ideas y autores recomendados en dicho blog encuentran eco en su libro, éste nos ofrece esos materiales muy prácticamente organizados, con un primer bloque (las dos primeras partes) dedicado a la pasión lectora y su fomento y un segundo dedicado al objeto de esa pasión, ofreciendo una ratio sobre por qué es valiosa la lectura de los textos que propone, organizados por edades. Del éxito de iniciativas como esta depende la supervivencia de instituciones como la nuestra. Ojalá lo tenga.

Dr. José Manuel Díaz, consultor académico